Hay una cicatriz. Aunque no se vea en los portales, en las carreteras, en las aceras, en los bosques, en los pasos de cebra o en las escaleras. A pesar del tiempo transcurrido. Tres semanas después del comunicado de ETA declarando el “cese definitivo de su actividad armada”, cuando para unos parece haber esperanza, otros son mucho más escépticos y prefieren callar. Lo comprobamos cuando solicitamos la colaboración de distintas personalidades de dentro y fuera del País Vasco, al hilo de esta nueva etapa. Les pedimos que reflexionaran en torno a las fotografías de Eduardo Nave, imágenes de los lugares donde la banda terrorista ha asesinado a lo largo de su historia. Nave ha retratado las calles, años después, el mismo día y a la misma hora en que fueron escenarios de la barbarie. Algunos no entendieron la propuesta, otros la consideraron “violenta” y respondieron con su silencio o aduciendo un exceso de trabajo para no aportar 10 líneas. Un tema demasiado visceral, sobre todo en Euskadi, del que muchos, sencillamente, no quieren opinar.

A quienes más doloroso les resulta es a los familiares y amigos de los asesinados y a los supervivientes de atentados. Algunos no quieren hablar. Pero otros necesitan desahogarse, cuentan su relato con detalle y agradecen ser escuchados. La mayoría dice que jamás perdonará ni olvidará. Lo que sigue a continuación es una reflexión libre de personas de todo tipo de ámbitos profesionales, ideologías y procedencias. De aquellos que han querido participar en este ejercicio conjunto de memoria. Las imágenes no pretenden contar la historia de ETA. No están todos los atentados, ni hay un orden cronológico, pero sí son una muestra del vacío que han dejado esos 43 años de terrorismo.

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María del Mar Blanco: “Solo estuve ahí una vez, a las tres semanas del asesinato de mi hermano. Juré no volver”. A Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua (Bizkaia), le encontraron herido de muerte el 12 de julio de 1997, a las 16.50. Los terroristas lo abandonaron con dos disparos en la cabeza y maniatado en un bosque (en la imagen) de Lasarte-Oria (Gipuzkoa).

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