‘The Resurrection Club’
Esta es la historia de un club al que nadie querría pertenecer jamás. Esta es la historia de más de 150 personas en Estados Unidos que han sido exoneradas del corredor de la muerte. Pasaron muchos años en la cárcel por crímenes que no habían cometido. Ahora luchan por abolir la pena capital. Esta es la historia de una amistad que dura una vida entera.
This is the story of a club to which no one would ever want to belong. This is the story of more than 150 people in the United States who have been exonerated from death row. They spent many years in jail for crimes they did not commit. Now they are fighting to abolish capital punishment. This is the story of a everlasting friendship.
Así se gestó ‘The Resurrection Club’
A finales de 2009 viajé a Birmingham (Alabama, Estados Unidos) para asistir a una reunión privada de exconvictos del corredor de la muerte. Fueron cuatro intensos días en los que 21 personas que habían sido condenadas a morir por crímenes que no habían cometido desgranaron la historia de sus vidas. Allí estaban también sus mujeres, hermanos, hijos. Todos pertenecen a Witness to Innocence, la única asociación que agrupa a exonerados de la pena de muerte y sus familiares en EE UU. El resultado de esa convivencia en un apartado motel de nombre Altavista fue un reportaje publicado por El País Semanal en portada, con fotografías de Sofía Moro.
Cuando tuve enfrente a los 21 exonerados en Alabama pensé que su historia merecía la pena contarse también en un documental. Compartí mi sueño con otro periodista de El País Semanal, Guillermo Abril, quien creyó desde el principio en la historia. Sin experiencia previa audiovisual, contactamos y convencimos a Luis Almodóvar, de EL PAÍS Vídeo, quien terminaría convertido en director de fotografía del proyecto. El documental pasó por distintas fases, idas y venidas, personas que nos ayudaron por el camino, momentos bajos y otros muy altos. Durante siete años, viajamos en varias ocasiones hasta Estados Unidos. Las primeras por nuestra cuenta: Philadelphia (PA) en 2010; Richmond (VA) y Dallas, Houston, Huntsville, Corpus Christi y Austin (TX) en 2011. Las siguientes con el apoyo de La Claqueta PC, una productora sevillana que confió en Guillermo y en mí. De su mano viajamos a Newark (DE) en 2014 y seguimos trabajando para completar la película que queríamos.
Habíamos estado con todos ellos en diferentes reuniones de Witness to Innocence. Habíamos conocido a aproximadamente una treintena de exonerados. Habíamos logrado que nos vieran como parte de su familia. Fuimos aceptados desde el inicio y nos sentimos queridos. En 2011 habíamos tenido la oportunidad, además, de visitar a Albert Burrell, una de estas personas de este club tan especial, en su casa. Vivía en un trailer cochambroso en el rancho de su hermana, en Center (Texas). Comprendimos desde entonces que el documental tendría pleno sentido si viajábamos hasta los hogares de algunos de ellos. Nos costó mucho escoger. Cada exonerado tiene una historia increíble que merece ser contada. Pero fuimos dándonos cuenta de que Shujaa Graham, Greg Wilhoit y Ron Keine, además de Albert tenían una amistad especial.
Por eso en junio de 2016, gracias al apoyo de Amnistía Internacional, viajamos hasta Oklahoma City y Tulsa (OK), Pierce City (MO), Columbus (MS), Sterling Heights (MI) y Takoma Park (MD). Y tras un verano de trabajo de la mano de La Claqueta PC, y en coproducción con Talycual Cinema y Tito Clint Movies, el documental se convirtió en una realidad a finales de 2016. La sorpresa llegó cuando, en 2017, fuimos nominados al Premio Goya al Mejor Corto Documental. No lo ganamos, pero fue una experiencia increíble.
Leer más sobre el ‘making of’ de ‘The Resurrection Club’ en ‘The Huffington Post’ | Fotografía de Sofía Moro